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     Dias Lluviosos  

                                                                         CAPITULO 1

Para mejor lectura

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Todo transcurría como de normalidad en mi vida, ninguna emoción nueva, solo soledad y desesperación al no ver ningún avance.

Doy bandazos de un lado a otro ya que mi día a día transcurre entre las 4 paredes de mi dormitorio, con el ordenador y todo lo que me pueda proporcionar los juegos absurdos a los que dedico mi tiempo. Las mañanas son totalmente diferentes, mantengo mi cuerpo y mi mente en las calles de New York, corriendo como alma que lleva el diablo, las personas que pasean por la calle creerán que intento escapar de la autoridad. Pero se confunden, ya que huyo de mi realidad y de mi mismo. Pero el motivo es otro, sólo practicar deporte. Sin embargo, no puedo remediar mirar a cada persona de mi alrededor con la corazonada de que de un momento a otro se precipitaran sobre mi para paralizar en seco mi huida.

Mi personalidad es así, observo todo a mi alrededor a cual insignificante detalle, no obstante en ocasiones pienso que es una maldición, aunque en otras pienso que gracias a eso aún sigo vivo, ya que mi gimnasio particular es la Octava Avenida, en pleno centro de Manhattan.

Cuando vuelvo a casa todo cambia, vivo en un piso en Unión City, con mi Hermano Ben y mi madre Charlotee .Mi padre era piloto del ejército y murió en un entrenamiento Militar, desde entonces mi madre no es la misma, se abandono mucho y empezó a adelgazar, su larga melena rubia antaño, bien cuidada. la llevaba hoy en día mal recogida en una coleta a medio desenmarañar, sus vestidos de gala con los que acompañaba a mi padre a las recepciones los metió en cajas con todas las cosas que le recordaban a él y las guardó en el trastero, lo único que dejó fue una foto en la mesita de noche. Mi hermano, era el quarterback del equipo en el instituto y muy popular entre las chicas, además de ser el presidente de los estudiantes. Estaba todo el día atareado, cuando no era por un partido, tenía que asistir a una de esas reuniones a las que el calificaba de aburridas, solo para que al final de curso le subieran un punto más en la global, ya que quería ingresar en Harvard, la mejor universidad de medicina. Aunque todo eso cambió, dejó de ir a los entrenamientos, partidos y sobre todo, dejó de asistir a las clases, lo único que hacía era quedarse encerrado en su habitación ,consumía grandes cantidades de comida sin cesar, mientras veía toda clase de películas bélicas.

Aquello cambió nuestras vidas de una forma drástica. Estamos la mayor parte del tiempo sin hablar y las comidas son un velatorio constante. Ha pasado todo aquello que mi padre no quería que sucediera. Yo seguía como de costumbre, ya que hacía lo mismo antes y después del accidente, pero ahora me mantenía más en forma, he conseguido mucha masa muscular, peso 85 kilos y mido 1,90, cambié mi corte de pelo como el que llevaba él, estilo soldado, pero con algo más de pelo, por lo que mi madre evitaba mirarme fijamente, ya que soy el vivo retrato de mi padre, lo que hacía que las conversaciones no fueran muy fluidas.

 Damian a comer – Dijo friamente charlotee.

 Ya en la mesa estaba Ben comiendo como si la vida le fuera en ello, mi madre le regaña todos los días por lo mismo. Cuando terminamos de comer, volvemos a dispersarnos como habitualmente hacemos. No se oye nada en la casa… sólo a Ben y sus películas.

Estaba en mi cuarto cuando sonó el teléfono, era un amigo, Jimmy, llevábamos desde el funeral sin vernos, como era de costumbre él pensó que sería buena idea dejarme un tiempo a solas, pero de nuevo falló, puesto que más que nunca necesitaba a un amigo. Cuarenta minutos después, llegué a la conclusión que sólo me llamaba por no quedar, pero poco me importaba, ya que en la conversación me contó que una chica pregunto por mi, cosa que me ilusionó mucho, ya que la chica, era Elena…

 Elena es una chica de mi edad, 19 años, era rubia, algo más bajita que yo, sus ojos son azules con tonos violeta, su piel blanca a mis ojos era simplemente perfecta al igual que extremadamente suave a simple vista. Coincidí por primera vez con ella en un viaje al que acompañé a Jimmy a ver a sus tíos a Orlando a un barrio Residencial de Brown Lake, es vecina de sus tios y desde entonces siempre ronda en mi cabeza, pero tras lo sucedido no he tenido el valor ni voluntad de contactar con ella.

 Pasaron 3 días casi sin darme cuenta, no sabía nada de Jimmy, ni tampoco de Elena, puesto que no me atrevía a llamarla o escribirle. Ben volvió a casa después de ir a comprar y vino hablar conmigo directamente :

 – Damian he visto antes Jimmy al volver de clase e iba con una chica – me dijo Ben mientras bebía algo de agua, casi me atraganto al oírlo.

 -¿Cómo era la chica Ben?- Le pregunte impacientemente

-Era alta… y…rubia – Dijo sorprendido.

 Sólo oír esas palabras ya sabía de quién se trataba… Pero… ¿Por qué Jimmy no me había avisado, ni me había dicho nada? Estaba un poco celoso, así que cogí mi móvil para escribirle a Jimmy, pero luego me arrepentí, sabía que no contestaría como solía hacer muy a menudo.

 Al día siguiente salí a correr muy temprano por la Octava Avenida, todo era como de costumbre, atascos, gente hablando por teléfono sin percatarse de los de su alrededor… el aire estaba cargado y el tiempo no daba tregua ya que llovía sin cesar desde la noche de antes. Entre tanta gente y paraguas, no se podía correr, así que, corría por la carretera, subí el bordillo por el tráfico tan extremo y un hombre mayor abrió bruscamente el paraguas, gire rápidamente pero me escurrí y choque contra una chica que salía de una tienda y ambos caímos al sucio y mojado suelo.

 ¡No lo podía creer! Había chocado contra alguien. Rápidamente me levanté y fui hacia la persona con la cual había chocado, cual fue mi sorpresa cuando la vi… era ella..

 Elena estaba tendida en el suelo mirando su abrigo totalmente mojado y maldiciendo a la persona que la había tirado al suelo. Cuando alzó la vista me invadió una serie de sentimientos de culpabilidad, vergüenza pero sobre todo nervios y lo peor de todo, no encontraba las palabras de disculpa. Por lo que parecía Elena tampoco las encontraba porque, aún estando mojada e inclinada en el suelo no dijo nada, por unos instantes solo nos mirábamos, parecía que estábamos solos en la calle.

 – ¿Elena? Lo siento de verdad, ha sido sin querer.. iba corriendo y no… – Le decía mientras la ayudaba a levantarse –

 – Damian… No, no… tranquilo ha sido culpa mía, he salido sin mirar . Lo siento mucho…

 – No de verdad, ha sido mía…

 Empezamos a reír sin saber porqué, mientras llovía y nos seguíamos empapando entre mitad de la gente que iba y venía.

-Déjame invitarte a algo caliente, por favor – Esta preciosa… que me diga que si.. quiero esta con ella un poco más, tengo tanto que decirle…

-No Damian tranquilo, tengo que irme ya, cojo el tren de nuevo a Orlando en veinte minutos, y… tengo que irme a cambiarme…- Decía mientras sonreía

-Claro, no pasa nada- Me parecía que el encontronazo había sido lo mejor que había pasado.

-Bueno Damian, me alegro de haberte visto, Jimmy me dijo que estabas en cama, cuídate… Y.. estás mucho más guapo con ese peinado.

 Se marchó y no pude articular palabra, sólo me pude pronunciar un Adiós. Tras perderla de vista entra la multitud, trate de proseguir mi camino, pero el ritmo no era el mismo, cada zancada me pesaba. La conversación aún daba vueltas en mi cabeza y no podía continuar. Así que, decidí volver a casa para pedir algunas explicaciones a Jimmy.

 Al llegar a casa, Ben estaba en el salón en pijama, como era de esperar, había faltado a clase de nuevo y estaba viendo la televisión, que emitía noticias escalofriantes sobre algunos casos de canibalismo en el Tercer Mundo. ya que los gobiernos no hacían nada por remediar en esos lugares la escasez de agua y comida. Mientras tanto, llamé a casa de Jimmy.

 -¿Diga?- Era la voz de la madre.

– Hola, ¿está Jimmy?

-¡Hola Damian! ¿Qué tal estás? No… no está. ¿No te dijo que se iba al cine?

– No… se le habrá olvidado seguramente… es muy despistado- Reimos los dos- Bueno no pasa nada, llamaré en otro momento. Adiós y cuídate.

– Cuídate Damian.

 Siempre era la misma historia con él, nunca avisaba de lo que hacía, solía mantenerme apartado de su vida, cuando antes estábamos muy unidos ¿qué había hecho para que me tratara de repente como si no fuéramos amigos?¿Qué había cambiado tanto?

 Ese mismo día teníamos programada una comida familiar en casa de mi abuela con el resto de mi familia. Mi abuela, Ágatha, vivía en un barrio residencial a unos 30 kilómetros de distancia de mi casa, en una pequeña casita con mi abuelo. Abraham, mi abuelo, era ya muy mayor , vestía como un granjero, lo cual me estañaba puesto que nunca ha pisado una granja, su grandes gafas de color marrón hacían que sus ojos fueran de más pequeños, con esa disparatada graduación de hacía 20 años, siempre estaba despeinado y riendo, su aspecto de ahora no era como el de antes, cuando vestía el uniforme Oficial del Ejercito al igual que mi padre. Cada vez que íbamos me gustaba quedarme un rato solo y admirar la cantidad de armas que tenía mi abuelo expuestas en la chimenea de cuando estaba en ejército, desde katanas japonesas, pasando por winchester y escopetas de dos cañones.

 Al contrario, Mi abuela Ágata, vestía siempre como una señora de alta nobleza, conjuntaba todo su atuendo desde la cabeza a los pies, lo cual siempre le sentaba bien ya que su pelo rubio cortado por los hombros y sus bonitos ojos azules la hacían espectacularmente guapa. Siempre está dispuesta a escuchar cualquier problema para poder ayudar, es muy atenta y considerada.

Mis abuelos avían tenido 4 hijos ,uno de ellos mi padre.

Lucas El mayor ahora, de unos treinta y pocos años, es obrero de construcción, alto, castaño, ojos marrones y con un carácter duro, cualquier cosa le molestaba.

Jack es igual que el, es algo mas flacucho y trabaja de Soldador en una Herrería, siempre estaba vestido con su ropa de trabajo aun en fin de semana, ya que su vida era el trabajo, un gen familiar.Henry es algo diferente al resto, con un carácter curioso ya que es mucho mas simpático que sus hermanos y le gustaba charlar conmigo, su pelo era mas rubio con los ojos verdes, y muy bajito. Trabaja instalando sistemas de seguridad en residenciales o locales. Un trabajo a cual antes solía ayudar en los veranos.

 La comida fue bastante breve, ya que mis tíos tenían que volver a trabajar a sus respectivos trabajos, Ben y yo nos quedamos a recoger la mesa mientras que mis abuelos hablaban sobre las noticias, hablar… lo que es hablar no…más bien discutían entre ellos, porque se cabreaban con las noticias, era muy común entre ellos. Al cabo de un rato, volvimos a casa, no tenía ganas de estar con nadie, necesitaba estar sólo, y distraerme un rato. Al llegar, fui directo a mi cuarto y estuve entretenido con el ordenador hasta media tarde, cuando el sonido del teléfono interrumpió mi tranquilidad. Desde el cuarto oía a Ben contestar el teléfono, pero no percibía con claridad lo que decía, paso a paso se acercaba a mi habitación .

 -¿Damian? Es para ti, es Elena- dijo un tanto asombrado.

 No era posible… ¿Elena?¿Llamando a mi casa? Cogí el teléfono rápidamente y conteste asombrado mientras echaba a mi hermano con delicadeza del dormitorio.

 -Hola ¿Elena?

-¡Hola Damian! ¿Qué tal estás?

-Bien, Bien… sorprendido por tu llamada- ¿Sorprendido? Más bien asombrado, nunca imagine que fuera ella la que diera el primer paso.

-Me lo imaginaba- Dijo mientras reía- Es que, después de verte esta mañana, no podía dejar de pensar en ti.

 No podía creer lo que estaba oyendo, el corazón empezó a ir a mil por hora, parecía como si se me fuera a salir del pecho, había pensado tantas veces en cómo sería esta conversación…y lo que sentiría… ni en sueños pensé que esas palabras me llenaran con tanta intensidad.

 -Yo tampoco podía pensar en otra, tenía muchas ganas de verte, pero no así.

-Tienes toda la razón, no era ni el momento ni el lugar, pero… desde que ocurrió lo de tu padre, estaba deseando hablar contigo, pero no encontraba el momento- Dijo bastante apenada

-Lo entiendo Elena, no pasa nada. Tampoco era buen momento, sucedió todo tan rápido…

 Pasé horas y horas pegado al teléfono, la noche se hacía Día pero el cansancio no hacia mella en mí, ella estaba al otro lado del teléfono y era lo que durante meses soñaba. Me contaba todo sobre su vida y a mí me encantaba escucharla, cerraba los ojos y soñaba con estar sentado delante de ella, admirándola… Todos los detalles desconocidos y sus pequeñas imperfecciones la hacían, si cabe aún más perfecta.

 Ya eran casi las 7 de la mañana y aún estábamos hablando, cuando una voz de hombre irrumpió su historia sobre su niñez, su padre entró a su cuarto y le replicaba sobre las horas que eran, no pude oír más. Tubo que colgar dramáticamente para evitar una discusión con su padre, quien llevaba razón.

 Decidí levantarme de la cama para empezar mi sesión de entrenamiento cuando oí vibrar mi móvil, era un mensaje de Elena

 “Lo siento Damian, era mi padre y estaba muy cabreado, le he dicho que estoy mala y estaba llamando a una amiga para decirle que no iba a clase, necesito dormir un poco, me ha gustado mucho hablar contigo y saber más de ti. Me imagino que iras a correr un rato pese a no a ver dormido nada. Así que ten cuidado y hablamos muy pronto.

Besos Elena”

 Mi imaginación volaba mientras me vestía pensando en cuando volveríamos hablar o a vernos, no podía contener lo que en mi interior sentía hacia ella, pero no podía decírselo en la primera llamada, sería muy precipitado.

 Quince minutos después, me dirija hacia La Octava avenida con una sonrisa de oreja a oreja y en cada paso me sentía más y más poderoso. No me pesaban los kilómetros como antes, ahora era más feliz que nunca, todo lo malo se había esfumado de mi cabeza y sólo estaba su dulce voz.

 Entre tanto, algo llamó mi atención, el tráfico era menos denso que de costumbre para ser un Martes, los ruidos incesantes de Ambulancias y Bomberos eran más continuos, corría por la acera sin esquivar tanta gente como días atrás, en definitiva era un día algo más extraño que de lo habitual en Manhattan. Tras llegar a casa, entré a la ducha directamente, minuto a minuto el agotamiento hacia más pesado mis parpados y necesitaba relajarme un poco bajo la ducha.

 Tras terminar de ducharme observé que estaba solo en casa, así que, desayune tranquilamente y volví a mi cuarto, el Iphone encendido me hacía presagiar que un mensaje estaba a la espera de leerlo, al mirarlo había un mensaje.

 “Buenos Días. Mis padres se han marchado a trabajar y ya he descansado un poco, si quieres podemos hacer una video-llamada, para vernos mas tranquilamente.

Besos Elena”

 Recogí lo más rápido que pude mi cuarto, metía la ropa sucia donde podía, hacia la cama y ordenaba todo lo que se pudiera a través de la Webcam. Sonó la llamada y respondí al primer tono, creería que estoy desesperado por verla, pero ahí estaba ella, recostada en la cama solo veía su precioso rostro entre la sábanas rosas y blancas. Tenía la vista algo cansada, pero aun así estaba ahí, en la pantalla de mi ordenador dispuesta hablar conmigo de nuevo. Estaba claro, debía buscar la manera de declarar mis sentimientos como fuera.

 Así que, sólo con un “Hola” de por medio, comencé a declarare mis sentimientos hacia ella.

 – Elena, me gustas mucho. No he parado de pensar en ti ni un momento desde que te vi aquel día en Orlando, me encandilaste con tus preciosos ojos azules, no podía dejar de mirarte y únicamente pensar ti, me hace levantarme cada día.

 Ella sonrió nada mas oírlo mientras agarraba las sabanas con mucha suavidad y me miraba con una ternura especial. Algo pasaba ya que su mirada, era fija y estática.

Estaba inmóvil, sin mediar alguna palabra. No sabia que estaba pasando, al mirar detenidamente el ordenador parpadeaba la luz de “Sin señal”.